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martes, 16 de septiembre de 2014

Ni sí, ni no, ni todo lo contrario... está claro!


No quería que pasara ni un día más sin asomar por aquí -ya llevaba mucho tiempo sin verte- pero entre unas cosas y otras... ni tiempo para charlar. Parece que es un topicazo, hasta una excusa; pero es cierto: el día a a día nos va comiendo espacios, y los que deja se vuelven pequeños para albergar todo lo que queremos hacer...
Lo que queremos... porque lo que "tenemos" pues está ahí, no hay otra: hay que trabajar, hay que hacer la compra, hay que atender a un desbarajuste doméstico imponderable, ... hay-que/hay-que... menuda cantinela.
Y mientras, se pasa el día, la semana, el mes... y lo que quieres hacer sigue esperando: pacientemente, aunque en compañía de los otros deseos por cumplir.
Y no hablo de grandes hazañas, ni de apoteósicos episodios: sólo hablo de quedar un rato, de dar un paseo, de charlar sin mirar el reloj, de escribir, de cantar... No te pasa?. Es cuestión de organizarse! -te puede decir alguien , y te lo espeta fijo!- de forma resuelta y hasta vehemente. Claro! menuda novedad!. La organización es la madre de todas las agendas, el problema es que el papel -o el dispositivo electrónico que uses- lo aguanta todo, y la vida real se parece más al Tetrix que al Outlook. ¿O no?  Porque además de organización, hay otra variable: la elección. Elegir significa descartar: te quedas con esto, pero dejas aquello... y eso es incuestionable. Todos los días, todo el tiempo -desde que te despiertas-: eliges levantarte de la misma o remolonear un poco más. Eliges qué desayunar, qué ponerte y cómo llegar hasta tu trabajo. Eliges comer fuera, llevarte algo, o no comer. Eliges hacer la compra o hacer ejercicio. Eliges leer antes de dormir, o ver la tele. Eliges-eliges-eliges. Aunque creas que no. Estás eligiendo. Y claro, dejas opciones: si pantalón/no vestido. Si no cocinar/comer fuera o no comer . Si hay gimnasio/no hay compra... (y por eso tienes que elegir comer en el fast-food, al lado de la oficina). Entonces,  ¿no son tan reales las elecciones? ¿Vivimos en una especie de Mátrix?. ¿Es un cuento chino lo del libre albedrío, o simplemente es algo demasiado elevado como para traerlo a la cotidianidad?
¿La capacidad de elección personal está reñida con la autoexigencia y la responsabilidad, o son éstas, rasgos-trampa: una vez elegidos no pueden ser abandonados sin correr el riesgo de una unánime acusación de ser inconstante, flojeras, actuar atolondradamente y no tener claro qué  quieres de verdad?. Pero por otro lado; ¿qué te importa lo que diga el resto?. Pues verás, eso depende de lo que hayas elegido: que te importe o que no te importe tres puñetas.
Así que parece que lo que realmente va a contar en este laberinto, es la elección, porque si has elegido no variar tus opiniones, pues has conseguido ser muy predecible, además de una rigidez propia del más grave de los trastornos compulsivos-obsesivos.Eso sí, no te saldrás ni un milímetro del plan que te hayas trazado -aunque te estés perdiendo ocasiones memorables- pero, lo mismo da, porque has elegido una ruta y no vas a dar una oportunidad a la improvisación. Actuarás con constancia, obstinación, perseverancia y rigor. Y tal vez así, consigas tus objetivos.
Si or el contrario, te has decantado por entregarte al devenir o al "ya-se-verá", y prefieres ir cruzando puentes a medida que te los vayas encontrando - o tal vez, ignorarlos y mojarte los pies -y hasta la cabeza-, actuarás de forma sorprendente -algo que en ocasiones gustará y otras será aborrecido por quienes se muevan en tu entorno, incluso por ti misma - y eso sí que resulta insoportable- . A cambio, tus actos serán espontáneos, carentes de filtro y brillarán como una moneda lanzada al aire -a veces cruz y otras cara-; sin planes, sin proyectos,  sin anclajes; a veces con aciertos y otras con errores del tamaño de la falla de San Andrés , generada -apartes más o menos iguales- por tus  deseos y tus obligaciones.  Así que igual sí, o igual no, o sólo a veces, alcances tus objetivos, si es que has llegado a concretar alguno...

Yo la verdad es que no se qué prefiero, y eso que a veces pienso que ya debería tenerlo claro. Pero no, no lo tengo. Y es que hay tanto que elegir, y tanto que descartar que casi asusta. Porque mira que si lo que elijo no es lo que quiero... ¿podré retomar mañana aquello que elimino hoy?. Pero eso sería como recuperar el pasado, y todo el mundo sabe que el pasado es pretérito y que por tanto no está en el presente, pero ¿¡quién sabe!? igual podría proyectarse en el futuro... vaya lío. Voy a ver si me sitúo.



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