Translate

lunes, 11 de marzo de 2013

No se por qué...


¿Cuántas veces te ha pasado algo que te ha hecho afirmar con rotundidad "lo sabía"?. Seguramente es difícil cuantificarlas, pero es una sensación que todas y todos hemos experimentado en alguna ocasión: sabía que no tenía que hacer tal cosa, o no debía venir, o que esta compra no iba a resultar, o que fulanito no es buena gente, o ..., yoquése...cantidad de cosas. ¿Verdad?
Corazonadas, intuición, casualidad o como dicen los castizos: después de visto, macho... Sin embargo, hay ocasiones en que el pálpito ante una situación determinada, ante una persona concreta; se queda afónico de gritar. Pero tu mente racional en conjunción indisoluble con la parte más lógica de tu sistema cerebral, actúa como una experta dominatrix, saca el látigo y con un golpe seco, te manda a galeras-a- remar; a tí y a tu sexto sentido.
Pongámonos en situación: conoces a una persona, alguien en común os presenta, y antes de que diga amén tú ya te has hecho una idea aproximada de cómo va a resultar, al menos, respecto a ti -que para eso están haciendo de filtro!-
Sin embargo, las normas de convivencia y civismo nos dicen que no hay que fiarse de las primeras impresiones, ni de las apariencias,  así que pasas por alto esenosequé que no te ha gustado nada; lo ignoras, le das la espalda; al tiempo que argumentas que nada puedes opinar aún, puesto que no conoces en realidad a esa persona, y ya -de paso- te fustigas con una autocrítica que ríete tú de la severidad de los castigos del cole. Así,  vas adornando tu diálogo interior con "bonitas" frases nada beneficiosas para tu autoestima: "mira que eres retorcida", "hace falta ser absurda", "no tienes datos de ningún tipo para pensar que esta persona no te conviene en absoluto", ... Y es verdad, no tienes nada objetivo, pero es que NO PIENSAS que la recién conocida sea tal o cual cosa; simplemente SIENTES que no te va a ir bien, que deberías limitar tu contacto con ella y evitar en el futuro cualquier tipo de intimidad.

Normalmente, y creo que para bien -porque  cuanto antes zanjes lo perjudicial, mejor- normalmente, decía,  no suele pasar mucho tiempo, cuando empiezas a constatar que tu corazonada es real, y ahora tienes dos problemas: por un lado, cortar la relación -si es posible y la situación lo permite- o limitarla hasta límites inimaginables y, por otro,  recomponerte de la decepción.
Claro que,  lo de la recomposición del varapalo emocional, no está muy claro si es respecto al sujeto -que recuerda: te dió mala espina desde el minuto uno- o respecto a tí, que decidiste traicionarte, ignorarte,  no escucharte y seguir los dictados de la norma social y moral de no juzgar a simple vista -por lo visto hay un tiempo,  indeterminado e indefinido,  que combina muy bien con lo de poner la otra mejilla-.
El campo de la neurociencia revela que el cerebro tarda muy pocos minutos en hacerse una idea general -sobre todo en lo relacionado con las relaciones humanas- y que lo hace con un índice de aciertos bastante elevado.
Entonces, ¿por qué no hacemos más caso a ese aviso que no sabes definir, pero que lo sientes hasta en la punta de cada pelo?. 
Claro que,  por otra parte, también hay que defiende que estas sensaciones, no son más que eso, sensaciones. Y que nos sirven de coartada para manejar la frustración cuando en la relación entablada con la persona X no satisface en demasía y que esta insatisfacción no es más que una autoprofecía cumplida.
Sea como fuere, yo he llegado a algunas conclusiones: 

1. La sabiduría popular aconseja no fiarse de las apariencias, pero esta sabiduría hace referencia a las apariencias aparentemente deslumbrantes y deslumbradoras, no indicando nada sobre las sensaciones, de naturaleza intangible e invisible.
2. Parece que nuestros receptores reciben mejor, o distinguen mejor,  cuando se trata de onda-mal-rollo: por tanto, si no siento nada en particular, adelante. PERO; si la onda perversa actúa: piesparaquéosquiero...
3.Profecía autocumplida, efecto Pigmallion o intuición acertadísima: si el desenlace va a ser el mismo, que la tipa o el tipo me dio mala onda en el momento de concerle, va a liarla -o liármela-, prefiero ahorrarme el disgusto y los berrinches, y cortar por lo sano antes de empezar nada. 

Así que la próxima vez que conozca a alguien nuevo: hombre, mujer, amigo de mis amigas, colega de mi pareja, compañera de mi prima, ... voy a estar muy, pero que muy atenta a lo que este cuerpo serrano transmita hasta mi educado cerebro, y te digo más: voy a escuchar bien y seguir los dictados de mi vocecita interior., que no es que sea pequeña, está desgastada!



No hay comentarios:

Publicar un comentario