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jueves, 24 de enero de 2013

sexo, mentiras y publicidad

Creo recordar que fue Javier Marías quien hace unos años, en el dominical que acaba de abandonar porque le han censurado un artículo, hacía una reflexión interesantísima sobre el vínculo -nada sano-  que existe entre el sexo femenino y la publicidad. Marías describía como las mujeres somos protagonistas absolutas e involuntarias de todas las desgracias de este mundo y que a , a juzgar por la publicidad, nada podía resultar peor que pertenecer al sexo "débil": incontinencia urinaria, dentaduras maltrechas que deben ser sustituidas por otras artificiales  de quita-y-pon, hemorroides de toda intensidad, problemas de sudoración excesiva, lentísimo e inadecuado tránsito intestinal, ... y así un larguísimo etc.
Naturalmente los  -y las- publicitas, argumentan que las mujeres, mayoritariamente, nos ocupamos de la cuestión de la intendencia en los hogares con más de un miembro es decir; que seguimos encargándonos de casi todo en favor de la familia; que compramos por nosotras y por todos nuestros compañeros, vamos!.
Y parece que es así, porque los -y las- publicistas, están para vender y no equivocan el tiro a su público diana así como así, que eso sería perder mucha pasta, oiga. 
Aceptado ese hecho, pendiente de modificación, hay otra realidad que ya "huele". Y mucho. Y me explico: existe una gama de productos de higiene íntima y femenina que,  por razones obvias,  SOLO consumimos las mujeres: compresas -con alas y sin ellas-,  tampones -con aplicador, sin aplicador, con tacto de perla, más largos, más cortos, ajustables...-, salvaslips, geles, toallitas, ... así hasta completar una larga y profusa lista.
Que en cuestiones relacionadas con la absorción menstrual la tecnología ha avanzado -y aportado- mucho, eso no hay quien lo niegue; pero de ahí a ponerse reiterada y retorcidamente pelma con el asunto de los olores; hay un tramo de difícil recorrido y al que las mujeres decimos HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO!!!: que si a qué huelen las nubes, que si perlas absorventes, que si no salgo de casa sin mis toallitas, ... porfavorrrrrrrrrrrrrr.
A quienes  han determinado que las mujeres -en esencia- por el hecho de serlo, huelen mal; un par de cositas: 
Las mujeres practicamos la sana costumbre de la ducha diaria, o el número que sea menester; en función del esfuerzo físico realizado, la temperatura ambiental, o la apetencia. Nos duchamos en casa, en el gym, por la mañana, por la tarde,  por la noche... nos cambiamos de ropa, también la interior, incluso nos agrada que sea cómoda y bonita a la vez (ojo, que el adjetivo "bonito" es muy, pero que muy subjetivo, no vaya a confundirse nadie. Está bien disponer de artículos que hagan más agradable, si cabe, el hecho de mantenerse en condiciones óptimas, pero es que ¿sólo las mujeres desprendemos  olor corporal más allá de las axilas?. Qué pasa con los hombres? a ellos no se les bombardea con la idea de que son unos malolientes que necesitan ser bloqueados permanentemente. No he visto anuncios en la tv que narren que cada vez que cruzan las piernas de forma masculina, corren el riesgo de desprender algún efluvio residual consecuencia directa de "la gota de salomón, esa que siempre cae en el pantalón". Acaso a ellos -a ti querido amigo- no les vendría bien en determinados momentos unas toallitas húmedas con olor a ... -qué te voy a decir- a lluvia de verano (por seguir la estela de las nubes...). Ellos no necesitan sentirse más seguros en esos días en que los pantalones parecen su peor enemigo y se rascan con energía y sin ningún tipo de complejo...? a que parecería una bobada mayúscula?. Pues exactamente lo mismo en el caso de las mujeres: no estamos inseguras por menstruar, ni nos avergüenza nuestra anatomía y su fisiología; nos encanta practicar deporte, vestir con lo que nos apetezca y sentirnos bien. 
Pero alguien, o un grupo de "alguienes"  hace ya mucho que quiso que nos sintiéramos mal por ser como somos, para que de esa forma,  "los alguienes" , por pura contraposición, se pudieran sentir mejor: algunas cuĺturas consideran a las mujeres impuras durante los días de sangrado menstrual, otras han propagado bulos sobre la imposibilidad de elaborar determinados alimentos durante el período o de manipular plantas y ha habido quien ha calificado a la regla como un fracaso del embarazo, al tiempo que su ausencia o exceso era tipificado como síntoma inequívoco de la histeria, trastorno "típicamente femenino" al depositar su origen en el útero y que la psiquiatría ha desmontado como una enfermedad de mujeres. A lo largo de la historia nos han dictado cómo comportarnos, cómo hablar, cómo vestirnos, a qué dedicarnos, qué decir y hasta qué pensar. Y todo por el bien de las mujeres -que no pensamos por nosotras mismas, sabes?- Y ya vale!!!. Se acabó!!! no tengo ni idea a qué huelen las nubes  y francamente, -y aún a riesgo de que la expresión te parezca poco femenina-,  me la trae al fresco!

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