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martes, 9 de octubre de 2012

Realidades, ficciones, y virtualidades

Hace tanto que no charlo contigo, que me han cambiado el decorado y ando un poco perdida.
Mientras trasteaba con el nuevo tinglado, valoraba la opción de contactar con la asistencia virtual para ver si consigo resolver un par de cositas... o llamar,  directamente a mi particular asistente en estas cuestiones. 
Y es que comunicación on line tiene sus carencias, es cierto: no hay calidez, aunque haya mucha calidad, y es menos ágil y espontánea. Pero, como casi todo, también tiene sus ventajas: evitar desplazamientos, atascos, gentío en el establecimiento, cola de espera, calor o frío insufrible  dependiendo de la época del año y del sistema de climatización del local, .... 
Una de esas virtudes que le veo, es que quien te atiende, no va a dar  por hecho una serie de cuestiones que tú en ningún momento has insinuado, dejado traslucir, y mucho menos, dado pie a que se lance a situarte -y mostrarte- un escenario que, normalmente, nada tiene que ver con la realidad. Y si las supone o imagina a partir de tu correo electrónico, por lo menos y por gentileza de los límites tecnológicos -al menos de momento-  no lo percibes.
Pongamos por caso que acudes a comprar un electrodoméstico. Aunque normalmente vas sola de compras, hoy, por cuestiones que no vienen al caso, te acompaña un amigo:  un hombre. Tú, que eres muy desenvuelta, te acercas al dependiente o dependienta, manifiestas tu intención de compra, tus preferencias y tu deseo de realizar una comparativa previa de calidades, precios y prestaciones. El dependiente -o dependienta- te pide que le acompañes y comienzas a atravesar pasillos laberínticos -que para mí que vamos en círculos- y da comienzo la exhibición de mercancía. Todo va bastante bien: tal producto tiene tales características, encaja muy bien con tal y cual, bla, bla, bla, ... hasta que procede a enumerar las cualidades técnicas del asunto, entonces -querida mia- de forma automática y sin previo aviso, la dirección del discurso es dirigida a tu acompañante, al tiempo que "tú" pasas a ser un "vosotros": "pues depende de lo que estéis buscando, del uso que le vayáis a dar, etc ..., y así hasta el infinito y más allá. Aquí, el vendedor/vendedora, ha dado por sentado  al menos, dos o tres cuestiones, a saber:
1. que intelectualmente estarás todo lo preparada que quieras -mona- pero cuando se trata de circuitos, cables, potencias y similares, eres una mujer y por ende no tienes ni repajolera idea -y le da lo mismo que sea ingeniera, de hecho ni se lo ha planteado- no tiene más remedio que  dirigirse a la parte masculina del tandem y así pasamos a la siguiente inferencia.
2. eres una mujer acompañada de un hombre;  aplica el silogismo rápido  y en su cabecita salta la sentencia: son pareja. Y en un ti-tá sus frases son todas evocadas en la segunda persona del plural.
3.y finalmente, pero no menos importante,  que tu acompañante masculino sabe y conoce de todo aquello que tenga que ver con los mismos cables, circuitos y potencias ...
Naturalmente, no hay ninguna mala intención en el/la amable dependiente, pero eso no evita que me chirríe profundamente, porque, vamos a ver; si en lugar de mi amigo Pepe, me acompaña mi amiga Pepa, actuaría de la misma manera? Interpretaría igual el binomio logístico que tiene delante?. Pasaría de los detalles técnicos y se centraría en los estéticos o pensaría que somos amantes-pareja-bollos, y que dada la multiplicación por dos de la femineidad,  es menos probable aún  que seamos capaces de entender una explicación "a nivel de usuario".
Pero lo que más irritante  me resulta es que si soy yo -o eres tú- quien pregunta, lleva la iniciativa y se interesa,  y tu acompañante se limita a eso, a acompañarte, como buen amigo, por qué se empeña en integrarle como parte contratante?. Antes de hacer una aseveración, he hecho la prueba, y he ido a comprar un bolso en compañía de un amigo nada sospechoso de ser gay -lo aclaro por aquello de que a las chicas nos mola ir de compras con el amigo gay como si de un personal shopper se tratara, lo cual no deja de ser otro cliché, amén de aquel que dice que los hombres homosexuales tienen un gusto excelente- y he comprobado que no se le invita a tomar parte de la operación de compra-venta, y mucho menos se usa el plural. Así, usa frases que tienen que ver única y exclusivamente contigo, tus gustos y tus necesidades.
Pero este análisis, me ha llevado a prestar atención a qué ocurre cuando eres tú, mujer, la acompañante, y tu amigo el potencial comprador de...-qué te voy a decir- unos zapatos para él. El mecanismo de inclusión y de distorsión se repite, en esta ocasión en dirección opuesta. Como si tu masculino amistoso fuera incapaz de distinguir lo que le gusta y lo que no,  rápidamente te cuentan a ti -ignorándole a él- la fantástica calidad del calzado en cuestión, la comodidad del mismo ¿? (recuerda que es para él, tú no te los vas a poner) y lo elegante y lo cool del diseño.
Estoy segura de que a mi amigo masculino le fastidia,  en la misma medida que a mí, ser ninguneado cuando, en virtud del sexo,  una cuestión SUYA, es atribuida a su amiga. Claro que históricamente, y en función de la polaridad masculino-femenino,  se han dicho y hecho auténticas aberraciones! -achicharrar a supuestas brujas en la hoguera no fue más que un  intento -terriblemente cruel y atemorizante- de neutralizar a las mujeres poseedoras de ciertos conocimientos y aumentar la supremacía masculina- pero estamos en el siglo XXI!!!. La sociedad "de a pie" ha ido dando sus pasitos y por eso no está mal visto que un señor vaya a comprarse sus propios zapatos o su ropa interior, aunque haya alguno -y alguna- que se resista. Algo de esto le debe ocurrir al -afortunadamente ya expresidente del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior -que manda narices quién colocaría este Neardental en ese puesto- Castelao Bragaña que piensa -y afirma sin rubor-  que las mujeres están para ser violadas. Gracias al cielo, en nuestro entorno, la inmensísima mayoría de los hombres,  lo son -HOMBRES- a tiempo completo y no solo en la vida pública (ha referido este sujeto que el comentario lo hizo en la intimidad, ...).Son estupendos compañeros, ejemplares padres, magníficos amigos, amantes solícitos, hermanos cariñosos, ... Pertenecen a una estirpe que, Castelao, político?! en absoluta decacencia, desconoce, ignora y, seguramente,  hasta critica. Pero mire usted, Castelao, le propongo algo: vaya a comprar usted mismo sus calzoncillos!!!

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