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lunes, 4 de julio de 2011

De rebajas...




Las rebajas ya están aquí. Han comenzado a lo bestia, hala!!! al 50% de golpe y porrazo, el uno de julio!!!. Dicen que es por la crisis -esa, que ahora vale para explicar casi todo- aunque a mí me parece que todo se adelanta, desde hace años: en invierno vemos la moda de verano, en verano la lotería de navidad, y en navidad ya estamos pensando en la Semana Santa.
Pero ese es otro asunto, que me despisto...
Estábamos en las rebajas: lo último, lo más IN, a la mitad: Fantástico, qué bien!!! Sales, como que la cosa no quiere, a dar un rule, a-ver-qué-ves. No necesitas nada en concreto, porque tu ropero, a pesar de la incógnita a despejar cada mañana -léase: quémepongo???- está rebosante de modelos, modelitos, modelazos, ... monos, informales, más serios, de monte, de playa, de día, de noche, de invierno, de verano, de entretiempo, .... Pero aún así, te das una vueltita, oye... La fauna que se mueve por las tiendas - en temporada, en general, y en rebajas, en particular- es muy amplia: la que va sola, las amigas que van juntas -pero no revueltas-, la cum laude del shopping, la que se desorienta y quiere probarse un vestidito de un estilo que no es el suyo nidecoña, la que parece que posee visión de barrido al estilo Robocop y, de una pasada selecciona lo que le interesa, la que va con su madre vs con su hija .... De todo este muestrario, el género que más me llama la atención es el conjuntito pareja-de-compras.
Si la búsqueda del look a estrenar es para la fémina, salvo contadas excepciones, la imagen sugiere el aburrimiento de él y la desesperación de ella. Con independencia de la edad y/o del corte de la parejita la secuencia se desarrolla más o menos así:


  • Él sigue a su chica por la tienda, sin mostrar ningún interés; ni por lo que ve, ni por los comentarios que ella hace al respecto.

  • Ella, finalmente se detiene: ha visto algo que es susceptible de ser testado. Coteja, compara y decide: se lleva al probador tres modelos, de dos tallas, distintas, pero consecutivas y con paso firme se dirige al probador.

  • A él le toca ahora una función im-por-tan-tí-si-ma: custodiar el bolso de su chica, las bolsas de compras anteriores, si las hubiera, y.......... estar dispuesto a, sin soltar nada y a la velocidad del rayo, proveer a la mujer de su vida de "este mismo pantalón pero en una talla... distinta".

En este punto, nuestro amigo está a punto de que le den los siete males todos juntos: dónde ha cogido ese pantalón, si él andaba arrastrando los pies pensando en lo bien que estaría en.... cualquier otra parte!!!. Y no tiene ni idea de dónde están esos pantalones de marras que ahora resulta que no le caben, y por lo tanto tendrá que preguntar, oh! diosmio!!!, preguntar!!!; él, que no usa ni el GPS del coche, preguntar a la dependienta!!! que, con suerte le va a dedicar una mirada y le va a hacer recorrer, otra vez, toda la tienda, pero a paso más que ligero ; cargado con las bolsas, el bolso, el pantalón que sirve de muestra; para luego tener que volver al probador y comprobar que su chica está rebotada porque lleva un rato esperando, en bragas y descalza.

Si el destinatario de las presuntas compras es él:


  • Nuestro masculino arrastra los pies, con las manos en los bolsillos, siguiendo a su chica, (que no me he liado, las compras son para él)

  • su chica coteja, compara y decide, qué va a probarse ÉL!!!.

  • Su chico, remolonea, no le convence -o le da una pereza terrible- e intenta zafarse.

Pero ella, tiene el mando. "Pruébate!!! verás que bien!!!". Él, se adentra en el probador: un pantalón, una camisa, un polo, ..... mientras, ella recorre ajetreada la tienda buscando las combinaciones adecuadas -para ella, pero que va a llevar puestas él- , y charla animadamente con la dependienta sobre los gustos del pobre hombre que está atrapado en el el reducido espacio destinado a la prueba sin oportunidad de defenderse.

Personalmente, prefiero ir SOLA de compras: cotejar, comparar y decidir en la más absoluta intimidad de mi pensamiento, con el run-run de mis cosas, como mucho, con una de "mis primas" pero siempre desde el más absoluto respeto al espacio de la otra mientras coteja, compara y decide. Pero entiendo que haya quien prefiera ir en compañía.
Lo que ya no entiendo tanto es por qué hay parejas, que en ese afán de hacer-todo-juntos, se empeñan en ir en columna- de- a- dos, cuando a uno de los pilares en cuestión, el mundo "compras", al menos las de la parte contraria, le trae sin cuidado: ELLOS: se cabrean porque piensan que, ellas, son unas tardonas indecisa; más de dos tiendas les parece un despropósito y, además, cuando se les ve interesados por algo, ese algo suele ser la dependienta. Monísima. ELLAS, se cabrean por lo mismo, pero al revés: no hay tardanza y mucho menos indecisión: se necesita tiempo para ver y valorar adecuadamente, dos tiendas son solo el principio ante tantísima oferta a tener en cuenta, y la dependienta...., es cierto, es monísima.
Y qué me cuentas de ese empeño de hacer que la otra/otro se vista con el gusto de uno/una?. Si viera a un maromo diciéndole a su chica, en tono de mariscal de campo "ponte esto-ponte lo otro" yo misma le tacharía de cretino mayor. Sin embargo parecería que las mujeres tuviéramos bula para decirle al contrario cómo ha de vestirse. Ojito, que no digo yo que no se opine en cualquier dirección. No. Hablo de imponer los estilismos sin opción a réplica. Exactamente igual -mira qué curioso- que las madres hacen con sus hijos. Hombres queridos, os veo la sonrisa pensando que estáis exonerados de toda culpa, pero vosotros sois co-responsables de ese tipo de actitudes, sopretexto que "os-da-igual", no os gustan las tiendas, o vetetuasaberqué.
Si te gusta tiendear, seas hombre o mujer, tiendea a gusto, a tu ritmo, con tus rituales. Tiendea en soledad o en compañía, pero en una que comparta intereses, modos y estilos. El resto: ir con tu pareja cabreada -cabreada, tú y tu pareja-, ir con tu madre cabreada -cabreada, tú y tu madre-, ir con tu hija cabreada -cabreada, tú y tu hija-, ..... el resto, decía, es agotador y no aporta nada, ni una buena adquisición . Así que a disfrutar, aunque no compres ni llegues a probarte nada. Simplemente disfruta..

1 comentario:

  1. jajajaja, qué bueno; hace mucho que decidí que nunca jamás iría de compras con nadie, especialmente con el señor que diga quererme mucho... si yo estoy segura de que me quiere, ¿a qué llevarle de compras y empezar a tener dudas?
    Un abrazo ;))

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