Bueno; pues está. Ya se acaba San Valentín; con sus corazones rojos, sus cenas, sus escapadas, sus regalos....todo ello en clave romántica. Seguramente, si no fuera por el marketing y sus pingües beneficios, el santo se habría quedado en el conocimiento -y escaso- de la cultura cristiana. Ortodoxos y anglicanos, veneran y festejan a San Valentín. Sin embargo, la iglesia católica, en 1969 lo eliminó del calendario al entender que se trata casi de algo casi mitológico y poco "católico" en definitiva. El caso es que circulan varias leyendas sobre el santo en cuestión, y la que más se adapta a esta festividad del amor en pareja, es la que habla de un médico romano del siglo III, convertido al cristianismo y que unía en matrimonio a soldados -con sus parejas, no entre ellos... o igual sí?....-,En cualquier caso, que los militares matrimoniaran era delito, ya que el emperador consideraba que la vida militar estaba reñida con la vida familiar, porque impedía que los soldados concentraran todos sus esfuerzos en avanzar en el campo de batalla. Así que, enterado el emperador, capturó al médico converso y lo martirizó hasta la muerte (por cierto que la idea del emperador Claudio II, recuerda bastante a la propia idea de la Iglesia católica sobre la dedicación absoluta de sus sacerdotes y monjas...)
Y para qué te coloco todo este rollo?- preguntarás- Pues verás, porque en ocasiones veo muertos, como el niño de "El Sexto Sentido". Y me explico con una asociación de ideas: San Valentín, anglosajón, cine en la tv, y finde. Resultado: dos días de películas románticas y pastelonas hasta la hiperglucemia, donde se producen una serie hechos, que me llevan a una reflexión, no sesuda, pero reflexión a fin de cuentas, o si lo prefieres, pensamiento menor.
Y no estoy en la línea de criticar estas pelis; no-no-no, que las veo y me divierto!: a veces porque me dejo encandilar, otras porque las critico sin cesar, pero, ... sí.Las veo. Me parece encantador ver a Keanu Reeves escribiendo cartas de amor a Sandra Bullock en "La casa del lago", o a Hugh Grant y Colin Firth, pelando a brazo partido por la antes-de-la-cirugía-espantosa, angelical Renée Zellweger, o a la maravillosa Emma Thomson y Alan Rickman en "Sentido y Sensibilidad". Pero insisto, hay algunas cosas que me cuesta ... cómo decirlo, creer. Sí, me cuesta creer por ejemplo, el momento anillo. En fin, hasta donde yo conozco, cuando una pareja deja la soltería, aunque lleven compartiendo vivienda varios lustros, es verdad que en algunas ocasiones, lo coronan con un regalito. Lo que antaño era la pedida de mano; un anacronismo que se ha reconducido porque, también hasta donde se, y las voces expertas que he consultado confirman, ningún novio reciente, ha "pedido la mano" de su novia al padre de ésta. Y es que, quiero pensar que no hay , mujer ni hombre del siglo XXI, que acepte que sea otra persona, quien decida/autorice/bendiga la decisión que han tomado. Y porque el padre en cuestión, tampoco se lo creería. Y porque si no hay padre al que pedir, a quién se dirige el aspirante a marido.... a la madre?. Y existiendo padre y madre, por qué "la autoridad competente" es el padre?...bueno, que este es otro asunto y me desoriento...
Volviendo al momento anillo; me tiene muy despistada. Imagina la escena:
- Chico y chica están cenando en un sitio muy mono.
- La pareja va convenientemente arreglada, nada de vaqueros y sudaderas casual.
- En un momento dado, él pide el postre, y cuando el camarero- con un sonrisa enternecedora y cómplice- posa el plato de profiteroles sobre la mesa, apoyado sobre la nata montada, resplandece un anillo con un pedrusco del tamaño de un garbanzo.
- Ella se queda sin habla, sorprendida e incrédula.
- Los comensales de las mesas vecinas, que están al quite de lo que pasa, se ignoran unos a otros para ver y oír la escena en directo.
- El chico, le dice a ella lo mucho que la quiere y que le haría muy feliz si aceptara ser... su esposa.
Tal y como nos lo cuentan, debo entender que:
1. La propuesta debe partir SIEMPRE de la parte masculina
2. La parte proponiente, en adelante el novio, hace gala de un arrojo increíble - rasgo considerado abanderado de la masculinidad- ya que si garantía de respuesta, lanza una cuestión complicada y además, la acompaña con un detallito ornamental -que no deja de ser una marca para que los otros machos de la manada sepan que la presa está eso... presa y que él es dominante en función de lo que el presente haya costado- porque el detallito debe ser de cierta categoría y valor económico, si no quiere que le manden a paseo por tacaño y cutre.
3. La parte receptora, en adelante la novia, vive en la más etérea de las nubes -esas que no se sabe a qué huelen- porque a pesar de que viva con su novio desde hace años, no se le había ocurrido que podrían casarse. De hecho, no lo han hablado nunca.
4. Además la novia, ha de esperar y desear con paciencia infinita y muy "femenina" a que sea él, el novio, el que tome la iniciativa de proponer el contrato matrimonial.
Todo esto me lleva a unas cuantas preguntas:
a. si la novia dice que no; qué hace el novio con el anillo? Puede devolverlo? Se lo han dejado en depósito condicionado a la respuesta, o existe un mercado de segunda mano -nunca mejor dicho- de anillos de compromiso donde por una pequeña devaluación en el precio puede recuperar el grueso de la inversión?
b. El matrimonio, las relaciones comprometidas -que no comprometedoras- tienen, al menos en teoría, como base el conocimiento mutuo, la confianza y sobre todo COMUNICACIÓN. Qué clase de pareja no se comunica sus intenciones de formalizar, bodorrio mediante, su convivencia?
c. En el caso en el que la novia rechace la proposición de matrimoniar, es posible seguir como estaban hasta el momento?
El día de los enamorados es celebrado por muchos y criticado por muchos otros. Y entre los más críticos con este día, el argumento que abunda es que para celebrar el amor, cualquier día vale... y es verdad. Pero lo que a veces unos y otras no se atreven, no digo a decir, si no a pensar, es que lo que subyace en la negativa rotunda a la celebración, es un sentido del ridículo que, en no pocas ocasiones, nos aleja de poder hacer felices a los que queremos, y serlo también. Efectivamente, no tiene que ser el 14 de febrero, pero de vez en cuando, no está de más, hacerle saber que a lo largo del día, le recuerdas en más de una ocasión. Y si el lema "porque hoy es hoy" supone superar muchas cuestiones del súper-yo, pues únete al calendario y celebra San Valentín.
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